Indiscutiblemente, el científico español más grande de todos los tiempos es D. Santiago Ramón y Cajal. Nacido en Petilla de Aragón el 1 de mayo de 1852, es mundialmente reconocido por sus estudios sobre el sistema nervioso, que le llevaron a ser el primer español en obtener el premio Nobel de medicina y fisiología en 1906. Descubrió la individualidad de la neurona, frente a la hipótesis reticularista que imperaba entonces.
Su mérito es extraordinario pues en su época la ciencia biomédica española prácticamente no existía. Su amor a la ciencia era tal que sus primeras investigaciones las sufragó de su propio bolsillo, llegando a costear con su dinero la publicación de sus descubrimientos. Pero Cajal también contribuyó a otros campos del conocimiento, como por ejemplo la fotografía. Llegó a conseguir emulsiones que reducían enormemente el tiempo de exposición para obtener una foto. Con D. Santiago se perdió una oportunidad única para el desarrollo de la industria fotográfica en España. Ramón y Cajal murió el 17 de octubre de 1934.
El pasado año se conmemoró el primer centenario de la concesión del Nobel a Cajal; Pasaje a la ciencia se hizo eco de la efeméride y dedicó la portada de la revista y varios artículos a la figura del más insigne científico español de todos los tiempos.
Su mérito es extraordinario pues en su época la ciencia biomédica española prácticamente no existía. Su amor a la ciencia era tal que sus primeras investigaciones las sufragó de su propio bolsillo, llegando a costear con su dinero la publicación de sus descubrimientos. Pero Cajal también contribuyó a otros campos del conocimiento, como por ejemplo la fotografía. Llegó a conseguir emulsiones que reducían enormemente el tiempo de exposición para obtener una foto. Con D. Santiago se perdió una oportunidad única para el desarrollo de la industria fotográfica en España. Ramón y Cajal murió el 17 de octubre de 1934.
El pasado año se conmemoró el primer centenario de la concesión del Nobel a Cajal; Pasaje a la ciencia se hizo eco de la efeméride y dedicó la portada de la revista y varios artículos a la figura del más insigne científico español de todos los tiempos.
A. Quesada